Me dispongo, después de dos años y medio de existencia de Watch-Test y 1.000 artículos a nuestras espaldas, a escribir el primer texto dedicado a una manufactura que, sin dudarlo por ningún momento, os será de sobras conocida a todos vosotros: ORIS. Los que nos leéis habitualmente conocéis nuestra filosofía al respecto de las marcas sobre las que escribimos. En su día, en los prolegómenos al nacimiento de este sitio web, pusimos un listón en aquel lugar en el que pensábamos sentirnos «cómodos», no únicamente por las manufacturas que incluía sino también y prácticamente al mismo nivel en lo que a importancia se refiere, ubicado de manera que nos permitiera abarcar la práctica totalidad de novedades, noticias y eventos que tuvieran relación con nuestro autodelimitado coto.
Pero nada es para siempre y, al contrario de lo que ha sucedido con la pérdida de protagonismo de alguna marca incluida en nuestra bolsa inicial, las hay que por un motivo u otro han merecido de nuestro modesto reconocimiento y, corrigiendo que es de sabios, las hemos incluido en nuestro club particular. Antes de continuar, o más bien empezar, con el verdadero objeto del artículo debo deciros también que faltaría a la verdad si obviara el hecho de agradecer a las personas del Departamento de Comunicación de ORIS, conducido por Cronomar, la oportunidad que nos brindaron y la insistencia por su parte en el «queremos enseñaros algo que os gustará». Para bien o para mal, saben de nuestra afición y jugaban a caballo ganador.
Lo cierto es que aun pudiendo considerar importantes por igual a los dos elementos protagonistas de este artículo, calibre y guardatiempos, me permitiréis que escoja por vosotros y empiece por el corazón, por el movimiento mecánico que es en mi opinión la verdadera y agradable sorpresa que ORIS nos tenía reservada para la última edición de Baselworld. Calibre 110. Sin más. Este es el nombre con el que la manufactura ha bautizado a su nuevo movimiento mecánico de carga manual y que supone el primero desarrollado íntegramente por ORIS en 35 años después de que, en 1982, la marca decidiera suspender la actividad dedicada al desarrollo de sus propios calibres para orientarla al desarrollo de módulos. Con este 110, ORIS recuerda al mundo de la relojería que tiene su historia y que posee un legado de 110 años cuya principal filosofía desde 1904 ha sido la de producir alta relojería a precios asequibles para un público más amplio. Como reza su eslogan, «Relojes auténticos para gente auténtica».
De remonte manual, oscilando a una frecuencia de 21.600 alternancias por hora y con un imponente diámetro de 34 mm, el Calibre 110 ofrece una reserva de marcha de nada más y nada menos que 10 días y permite la implementación en el dial de un indicador de reserva de marcha no lineal. Probablemente muchos de vosotros ya no os sintáis impresionados por elevados valores en el registro de autonomía de los relojes mecánicos, lo que sin duda sí os sorprenderá o debería hacerlo, es que esas 240 horas se consigan gracias a un único barrilete que alberga en su interior un muelle real que, de ser extendido por completo, presentaría una longitud de 180 centímetros.
Un barrilete, un sólo muelle real y 10 días de reserva de marcha son los ingredientes adecuados para ser el objetivo de uno de los peores enemigos de un reloj mecánico: la imprecisión y falta de estabilidad en su marcha. Como algunos de vosotros sabréis uno de los problemas que presenta la entrega de energía del barrilete al tren de engranajes del movimiento es que el par de fuerza no sea constante. De no incluir algún sistema que lo impida, el par entregado a máxima carga siempre es mayor que el entregado cuando el muelle está prácticamente destensado. Obviamente, este problema se acentúa para reservas de marcha más largas, máxime en casos como el que nos ocupa. Diez años de colaboración entre especialistas técnicos y la Escuela Técnica de Le Locle en el desarrollo del ORIS Calibre 110 han conseguido estabilizar la entrega de energía de manera que sea constante durante la larga vida de este remonte.
Al respecto del histórico objetivo de la marca enfocado a crear piezas de alta relojería conteniendo sus precios de venta, ORIS combina a la perfección en los acabados de este calibre que conmemora el 110º Aniversario de la marca los elementos manuales con los industriales. Para ello, en tanto que todos los ángulos están biselados y pulidos a mano, las grandes superficies ofrecidas por los puentes presentan un acabado de una belleza industrial considerable. Sí, lo industrial puede también merecer el calificativo de bello.
Para comentar el resto de particularidades de este nuevo movimiento me apoyaré ya en los dos guardatiempos que lo albergarán en su interior y que verán la luz desde este mismo mes de abril: El ORIS 110 Años Edición Limitada, en caja de 43 mm de diámetro manufacturada en acero u oro rosa y respondiendo a dos Ediciones Limitadas a 110 piezas cada una. Excelente la impresión causada en directo y sencillamente espectacular la trasera vista gracias al cristal de zafiro. La delgadez de la caja unida al fino bisel que presenta transmite una sensación de mayor dimensión a la de los 43 mm en el diámetro del guardartiempos. Esta sensación, agradable por cierto y beneficiosa en pos de la legibilidad de sus indicaciones, se ve perfectamente complementada por la configuración del dial.
De color opalino plateado, la esfera de este ORIS 110 Años goza de una proporcionalidad ciertamente envidiable. Las agujas de horas y minutos con su eje en el centro del dial, están manufacturadas en níquel u oro rosa según la versión que se trate con un acabado pulido y recubiertas, en su zona interna, con tratamiento luminiscente. La primera de estas agujas apunta a una escala formada por índices aplicados en el mismo material y acabado que éstas y que ocupan las posiciones horarias, sustituidos por dos numerales arábigos a las 12 y a las 6. La minutera por su parte, se apoya en una discreta escala perimetral que linda con el bisel de la caja y en la que los distintos minutos se representan por delgados índices del tipo bastón en negro que son reemplazados por diminutos puntos de igual material al de las agujas e índices horarios en las posiciones múltiples de cinco minutos.
Al más puro estilo de los antiguos relojes de bolsillo, los segundos del movimiento se albergan en un dial subsidiario a las 9, respetando la disposición de los elementos de los movimientos mecánicos de los guardatiempos de la época. A las 3, como protagonista absoluto del hemisferio derecho del reloj y compensando visualmente al pequeño segundero, encontramos la útil complicación que representa el indicador de reserva de marcha no lineal. En este indicador, los espacios disponibles entre los distintos índices que informan de la energía restante disponible acumulada en el barrilete se van haciendo mayores de manera inversamente proporcional a la reserva que indican. El motivo y la razón de ser de este sistema no es otro que maximizar la legibilidad que este guardatiempos ofrece en todas sus indicaciones. La lectura es mucho más precisa cuando es más necesaria, es decir, cuando la reserva de marcha se está agotando y debemos empezar a considerar el remonte del reloj.
Estanco hasta 30 metros, ambas versiones de este ORIS se sujetan a la muñeca de su portador gracias a una correa manufacturada en piel de aligátor de Louisiana de color marrón oscuro para la versión en caja de oro rosa y negra para la caja de acero. Como colofón final a esta agradable sorpresa que supuso el descubrimiento de este equilibrado conjunto, ORIS se mantiene fiel a su excelente relación calidad precio con unos precios de venta recomendados de 5.500 francos suizos (4.500 € aproximadamente) en el caso de la versión en caja de acero y de 14.800 francos suizos (algo más de 12.000 €) para la caja de oro rosa.
