La cerámica es un material que, gracias a sus propiedades físicas, se ofrece como una excelente apuesta para aquellos relojes que se ven sometidos a la intensa acción de los elementos externos. Es por ello que la gran mayoría de guardatiempos que recurren a la cerámica son piezas de marcado carácter deportivo, en los que se valora su excelente capacidad de resistencia a los arañazos. Y si de relojes deportivos hablamos, Longines acaba de presentar su primera referencia con caja cerámica en su colección más extrema: los relojes de buceo HydroConquest.
La primera incursión de la marca en el uso de la cerámica fue el año pasado con la renovación de los HydroConquest, implementándola en el bisel, la zona más expuesta y proclive a sufrir agresiones externas. Ahora, este nuevo modelo con caja cerámica muestra su composición química en la misma esfera con la leyenda ZrO2, la fórmula del dióxido de zirconio.
El acabado no es homogéneo, siendo pulido para la caja, satinado circular para el bisel y combinado mate y satinado circular en el fondo. Personalmente no soy partidario de la cerámica pulida en un reloj deportivo, y prefiero un acabado mate como el que lucen, por ejemplo, Panerai o Bell & Ross.
De color totalmente negro su caja de 43 mm mantiene los elementos que lo definen como reloj de buceo: estanqueidad hasta 300 metros, bisel giratorio unidireccional, corona y fondo atornillados, protectores de corona, hebilla desplegable con doble cierre de seguridad y extensión para buceo integrada.
Ofreciendo las funciones de horas, minutos, segundos y fecha con ventana a las 3 horas, en su interior alberga el calibre automático L888.3, un movimiento mecánico de remonte automático que ofrece unas más que correctas 64 horas de reserva de marcha.
Por último, cabe destacar que su coste dobla con creces el precio de las versiones en acero con bisel cerámico: 1.400 € de éstas últimas frente a los 3.260 € del nuevo HydroConquest cerámico.