Richard Lange Jumping Seconds. Un regulador con segundos muertos e indicación de la reserva de marcha con la excelencia de A. Lange & Söhne.

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Excelente, completa y compensada. Con estas tres palabras definía en enero, al cierre de puertas del SIHH, la colección de novedades que A. Lange & Söhne había presentado. Ahora, ya en el mes de mayo y habiendo pasado también la correspondiente edición de Baselworld, sigo pensando exactamente igual. Alfa y Omega, máxima complicación y elegante sencillez, la manufactura sajona combina los extremos como pocas y fruto de ello son un elenco de guardatiempos que, cada uno en su categoría, deberían estar sin duda alguna entre los mejores del presente año. Si bien es cierto que la pieza protagonista fue, por méritos propios, el Datograph Perpetual Tourbillon, fueron otras dos las que de manera inmediata despertaron mi curiosidad: el Richard Lange Jumping Seconds objeto de este artículo, y el Saxonia Moon Phase.

Richard Lange Jumping Seconds SoldatDebo reconocer que siempre me han atraído los relojes reguladores. Me fascina tanto la configuración de sus esferas como la historia que esconden y que responde a una de las más interesantes e impresionantes de la humanidad en su búsqueda de la perfección en aras de una necesidad fruto de épocas de antaño. Y es que los relojes reguladores se caracterizaban, y siguen haciéndolo, por su extrema legibilidad así como por su excelente precisión. La razón de esta combinación es tan sencilla como complicado fue el problema que la originó: el cálculo de la longitud en los viajes marítimos del siglo diecisiete. En tanto que la latitud estaba completamente definida con la ayuda de los astros y las estrellas, la longitud fue un verdadero quebradero de cabeza que arrastró innumerables pérdidas materiales y humanas hasta que, ya en el siglo dieciocho, fuera un relojero autodidacta inglés, John Harrison, el que dedicaría su vida a la creación de los primeros cronómetros marinos o relojes de observación que solventarían lo que posiblemente pueda ser definido como uno de los mayores problemas científicos de la época. Creedme cuando os digo que es una historia fascinante que merece la pena leer y que tenéis muy a mano en «Longitud» un excelente libro escrito por Dava Sobel.

El platino es el material elegido para la construcción de la caja del nuevo Richard Lange Jumping Seconds. Si bien en otras circunstancias la utilización de este material implicaría un incremento en el peso en detrimento de la comodidad de su uso – el peso específico del platino es superior en aproximadamente 1,5 veces al del oro y 3 al del acero – lo cierto es que las dimensiones de la caja combinadas con la cantidad de material requerida para su manufactura hacen que el peso del conjunto aumente pero de una manera agradable. Los 39,9 mm de diámetro de esta caja así como su altura de 10,6 mm la convierten en un receptáculo inmejorable para este guardatiempos que se producirá en edición limitada a 100 piezas. El bisel de forma convexa presenta un acabado pulido que contrasta de manera excelente con el cepillado horizontal de la carrura. El fondo está formado por un anillo que repite el pulido en el platino y que recibe un cristal de zafiro para dejar al descubierto la visión del movimiento mecánico albergado. Las asas, ligeramente curvadas, están ancladas a la carrura de la caja y combinan, al igual que esta, los acabados pulidos de las superficies planas con el cepillado en los biselados, para recibir entre ellas a la correa negra en piel de aligátor cosida a mano y con cierre del tipo hebilla en el mismo material que la caja.

Richard Lange Jumping Seconds Detail

La esfera del Richard Lange Jumping Seconds es todo un ejercicio de proporcionalidad y armonía realizado sobre una base de plata maciza rodiada. Como comentábamos al principio, una de las características innegociables de todo regulador debía y debe ser una excelente legibilidad sin concesiones. Para ello, debido probablemente a que era la configuración que más se adaptaba a este requerimiento, la disposición de las indicaciones se implementaba de manera que no existía interferencia alguna entre ellas. De este modo, lo mas habitual era encontrar las horas en dial subsidiario a las 12, los segundos en perfecta simetría a las 6 y los minutos con el eje de la aguja en el centro de la esfera recorriendo una escala perimetral.

Richard Lange Jumping Seconds Proportions

Manteniendo la premisa de la legibilidad a la que no penaliza en absoluto, Lange se permite la licencia de alterar lo que supuestamente sería la configuración tradicional de un reloj regulador para jugar con los diales subsidiarios y aprovechar su punto de intersección para albergar una indicación de reserva de marcha de un modo atípico, peculiar e interesante. De este modo, Lange renuncia a la escala perimetral de minutos para disponer tres diales subsidiarios inscritos – en una disposición que bien podría asimilarse a la de un trébol – en lo que sería una circunferencia concéntrica a la originada por el bisel de la caja. Con el objeto de otorgar el máximo protagonismo a la complicación que da nombre a este guardatiempos, la de los segundos saltantes o segundos muertos, el mayor de los diales subsidiarios ocupa el hemisferio superior de la esfera con una escala del tipo ferrocarril en color gris rematada por discretos puntos en negro en aquellas posiciones múltiplos de diez y reforzando las líneas, también en color negro, de las acabadas en cinco. La aguja de estos segundos se distingue de las de horas y minutos por su color azulado resultado del acero pavonado en el que está manufacturada.

Richard Lange Jumping Seconds Detail 1

A izquierda y derecha e interseccionando sobre el eje longitudinal de la esfera se implementan dos subdiales idénticos en dimensiones destinados a albergar las indicaciones de horas a la izquierda y de minutos a la derecha. En tanto que el de las horas mantiene el código de colores aplicado a los segundos, con el contorno del disco en gris y los índices horarios acompañados de numerales romanos en negro, el dial subsidiario que alberga la indicación de minutos añade el color rojo para la indicación de los cuartos con numerales arábigos en las posiciones correspondientes a los 15, 30, 45 y 60 segundos. En ambos casos, horas y minutos, las agujas comparten morfología, siendo ligeramente más larga la responsable de los minutos, y el oro rodinizado utilizado en su construcción.

Richard Lange Jumping Seconds Case Detail

La zona triangular que queda ubicada por debajo del disco de los segundos y resultante de la intersección de los diales subsidiarios de horas y minutos, recibe la indicación de la reserva de marcha disponible del movimiento. Resulta obvio que una indicación de reserva de marcha tradicional habría requerido de un espacio en la esfera que hubiera sido harto complicado definir sin alterar su perfecta proporción. No obstante, la diminuta área disponible en el punto escogido hacía inviable cualquiera de las representaciones a las que estamos acostumbrados. En este punto, y sobreponiendo la utilidad al detalle de la información ofrecida pero sin perder ni la más mínima parte de la funcionalidad esperada de esta indicación, los relojeros de A. Lange & Söhne han implementado un pequeño disco que gira por debajo de la esfera de manera que el color visible coincide con el de ésta hasta que la reserva de marcha disponible es igual o inferior a 10 horas, momento en que cambia el color a rojo para informar de la necesidad de remontar el reloj. Si bien se renuncia a conocer el número aproximado de horas restantes de funcionamiento del reloj, la información aportada por este sistema es más que suficiente para saber cuando se está agotando la energía acumulada en el barrilete.

Richard Lange Jumping Seconds BackL094.1 es la referencia que Lange ha asignado al conjunto de 390 piezas que forman el movimiento de remonte manual que hace las veces de corazón de este nuevo Richard Lange Jumping Seconds y que con unas dimensiones de 33,6 mm de diámetro y 6 de espesor se adapta de manera perfecta a la caja que lo contiene dejando un espacio de tan sólo 3,15 mm en el plano horizontal y de 2,3 mm en el vertical. Y es que lo importante no radica únicamente en conseguir las complicaciones sino también en hacerlo en el marco de unas dimensiones que mantengan la comodidad de uso y la elegancia del conjunto. La gran particularidad de este movimiento radica en la existencia de dos trenes de engranajes en lugar de uno sólo. El primero de ellos conecta el barrilete – que alberga el muelle real – con el volante, con la función de aportar la energía al escape y al órgano regulador, mediante un mecanismo de reajuste de la tensión a intervalos regulares de un segundo.

Este mecanismo es visible a través de la abertura practicada en la trasera del movimiento, sobre el puente del tren de engranajes, y cumple de hecho con una doble función de compensación: la primera al respecto de la disminución progresiva de las pérdidas de fuerza del muelle real y, la segunda, para con las eventuales oscilaciones en el valor del par de fuerzas en el momento del salto del segundero. La combinación de ambos efectos desembocan en una amplitud constante durante las 42 horas de reserva de marcha del calibre.

El segundo de los trenes de rodaje es mediante el cual el barrilete activa el mecanismo saltante transformando las seis semi-oscilaciones por segundo del volante en un único paso del segundero. Como probablemente muchos de vosotros ya sabéis, aunque el movimiento de la aguja de los segundos en los relojes automáticos es aparentemente continuo, la realidad es que entre dos segundos consecutivos realiza un número de desplazamientos igual al doble de la frecuencia de oscilación del órgano regulador. Así, por ejemplo y en el caso de este Richard Lange, las 21.600 alternancias por hora se traducirían en un total de 6 desplazamientos del segundero por cada segundo (21.600 alternancias por hora son 6 alternancias por segundo lo que equivale a una frecuencia de 3 Hz). La complicación de los segundos muertos consiste precisamente en mantener el segundero estático durante todo el tiempo para liberarlo únicamente cada segundo. En el caso de Lange, este proceso está dirigido por el mismo mecanismo desarrollado por F. A. Lange en 1867 y por el que la manufactura obtendría diez años más tarde una de las primeras patentes otorgadas por el nuevo Registro de Patentes Imperial fundado por aquel entonces.

Richard Lange Jumping Seconds L094.1Finalmente, y aunque no por ello menos importante, el calibre L094.1 incorpora el mecanismo zero-reset que facilita la sincronización del reloj de una manera excelente al hacer saltar la aguja de los segundos hasta la posición de cero en el momento de extraer la corona.

Resumiendo y como anticipaba al principio de estas líneas, el nuevo Richard Lange Jumping Seconds es, en mi opinión personal, uno de los mejores guardatiempos que A. Lange & Söhne y este 2016 nos tenía deparado. Un punto de encuentro entre la Alta Relojería actual y aquellas complicaciones que surgieron como fruto de necesidades reales y de suma importancia, tan reales e importantes que lograron minimizar las pérdidas de vidas humanas en las largas travesías marítimas de épocas en las que la electrónica no era ni tan siquiera una utopía.

 

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Ingeniero Técnico Industrial, de formación electrónica con pasión por la micro-mecánica. Co-fundador y editor de Watch-Test. En mi trabajo y en la vida tengo una máxima: Las cosas hay que explicarlas de manera que se entiendan. De lo contrario, el esfuerzo es en vano.

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